En Venezuela se nos fue la luz

CORREO DEL CARONÍ

 

Freddy Paz

Diputado

Es increíble tener que resignarse a estar sometidos a un racionamiento eléctrico sostenido cuando tenemos la plena conciencia de vivir en un país productor de petróleo y más aun cuando sabemos que nuestros recursos hídricos están entre los principales del continente, es decir que contamos con dos de las principales fuentes de generación de energía eléctrica: termoeléctrica e hidroeléctrica.

Como se explica entonces que nosotros los venezolanos nos veamos sometidos como mínimo a unas dos horas diarias de racionamiento eléctrico en el interior del país, y a fallas eléctricas de gran magnitud (entre abril de 2008 y septiembre de 2014 han ocurrido ocho apagones importantes) que ponen en jaque la salud mental de los ciudadanos y afectan gravemente el modo de vida de todo el país, producto de una gran ineficiencia de quienes nos gobiernan.

En los últimos 15 años, el gobierno revolucionario ha gastado en el sector eléctrico al menos 120 millardos de dólares pero esto no ha servido ni para mejorar el sistema o por lo menos para contener las fallas. A pesar de las inmensas inversiones anunciadas, para la construcción de plantas y la compra de equipos la generación de energía se encuentra limitada, por lo que diariamente los usuarios son sometidos a racionamientos, o lo que es lo mismo, suspensión temporal del servicio de electricidad.

No quiero agobiarlo con estadísticas aburridas ni con terminologías técnicas que no entendamos usted y yo, eso que lo manejen los especialistas. Tratamos de expresar la voz de los que no tienen voz, y llamar a la reflexión de un tema que nos afecta, vivimos y padecemos día a día los venezolanos.

Con altos y bajos, la situación eléctrica del país es parecida desde 2007. A pesar de los anuncios del gobierno en los últimos tiempos de varios planes, sin resultados concretos y varios ministros han pasado por la cartera sin que los venezolanos tengamos aún el problema resuelto. El último por cierto se comprometió a renunciar si en cien días de gestión no resolvía el problema eléctrico, cien días que deben ser prorrogables, ya que ese período de tiempo pasó y seguimos racionados y por mal camino, sufriendo las consecuencias de los constantes y prolongados apagones.

La “Gran Misión Eléctrica” pareciera ser el último de los planes destinados a fortalecer el sistema eléctrico, buscando fuentes alternativas y la contención de la demanda, y sobre todo involucrar a las fuerzas armadas y a las comunidades rurales en la vigilancia de las instalaciones para prevenir los supuestos saboteos. Que ante la ineficiencia, voceros del gobierno trasladan su fracaso, echándoles la culpa a los venezolanos por nuestro “exceso de consumo eléctrico”; estableciendo de forma irregular multas a los venezolanos como ocurre en el estado Zulia.

La situación se agrava exponencialmente en el interior del país, donde por lo general las altas temperaturas demandan un uso mayor de los recursos eléctricos para hacer más llevadero el día a día. En Caracas aunque también el servicio se ve afectado, pues hay cierta excepcionalidad por razones técnicas y por decisión política.

En Caracas la demanda lleva varias décadas relativamente estacionaria, pero además, el sistema de la capital fue diseñado de forma “suficientemente redundante” para estar protegido, capaz de aislar a la ciudad del resto del país y “con su generación propia manejar un volumen importante de la demanda sin caerse o reponiéndose en media hora” cualquier falla.

“Además hay una decisión política porque es donde están los medios de comunicación nacionales e internacionales y el centro de poder, con lo que cualquier racionamiento ordenado tendría mucho más impacto. En 2009 ya hubo un intento que duró un día”, según declaraciones del ingeniero Miguel Lara a una importante cadena noticiosa internacional.

Lo cierto es que pagamos los platos rotos la inmensa mayoría de los venezolanos, aquel que se queda sin luz y pierde la poca comida que puede comprar en su nevera, o que la nevera donde guarda esa poca comida se dañe gracias a los apagones e interrupciones del servicio eléctrico repentinas que ocurren permanentemente en el interior del país. Aires acondicionados, microondas, ventiladores, lavadoras, computadoras han sido objetivo de las temidas altas y bajas en la tensión eléctrica, sin que nadie responda a los afectados por su reposición. Esto sin contar las graves consecuencias que para las comunidades tienen las fallas del servicio, calles a oscuras, parques, plazas y escuelas sin alumbrado haciendo un hábitat perfecto para que la delincuencia haga de las suyas a sus anchas con la oscuridad como cómplice.

La asistencia técnica es prácticamente inexistente, las llamadas por emergencias prácticamente no consiguen respuesta. Aumentos graduales en la factura mensual, factura que muchas veces no llega a los hogares por falta de papel, porque la crisis del sistema eléctrico no es solo de puertas afuera, sino que Corpoelec internamente sufre de mala gerencia, e ineficiencia.

En Corpoelec carecen de equipos para atender a la colectividad, de unidades de transporte para corregir fallas eléctricas en barrios y zonas rurales distantes de las oficinas de atención al público en los municipios del país. Oficinas en estado de deterioro y con un personal desmotivado y en muchos casos perseguido y amenazado con ser despedidos por protestar, irregularidades dentro de la Empresa Eléctrica Socialista.

Para terminar me encantaría invitar al ministro Jesse Chacón a visitar el sur del lago de Maracaibo y a pernoctar con nosotros algunos días de la semana, para que sienta la realidad que sufrimos quienes habitamos en esta tierra ancha, buena y generosa, producto de las constantes fallas y suspensión del servicio eléctrico. Y pueda sentir con los apagones una temperatura de 40 grados de sensación térmica, y viviera sí de verdad excedemos nuestro consumo de energía eléctrica al encender el aire acondicionado o sí por el contrario se da cuenta que en Venezuela se nos fue la luz.

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